Ya no extraño, solo sangra un poquito.
Tenía remordimientos, nunca sabiendo qué tan justificados. Situaciones difíciles, en las que no supe apoyar, no supe estar al lado de quien amaba y me necesitaba. Este era mi remordimiento.
Ayer organicé a todos para festejar a la Señorita Fabro y sus grandes 30s, fuimos a un bar de modita (yo un poco a rastras, esas cosas no me gustan) y todos la pasábamos bien. Si, es cierto que había dos sillones grandes y dos individuales, los dos grandes juntos de forma perpendicular lo mismo que uno de los individuales, todos estos sillones estaban llenos de parejitas de primavera y otras de mucho tiempo, en el otro sillón individual, paralelo al sillón mas grande, estaba yo sola. Yo platicaba con todos, probablemente ni cuenta se daban entre los muchos arrumacos que yo no tenía con quien. No importa, me dije, esta bien y estoy contenta.
Y apareció el Joven, él al que no apoyé, no entendí y no pude darle lo que necesitaba. Tenia la mirada perdida, a penas y me reconoció, ya que me reconoció sólo respondió agarrándome fuerte del brazo sin dejarme ir. Cuando por fin me libré, salí, me fui a casa. Aproximadamente una hora después estaba el Joven aventando una y otra vez una botella a mi ventana, no respondí, mantuve las luces apagadas, esperando que se cansara pero no se cansó. Pasaron dos horas y seguía. Llamé a una patrulla que no llegó. A las 7 am logró meterse a mi edificio para ahora no dejar de tocar la puerta con insistencia y hablar a través de la chapa. Le pedí que se fuera, que no iba a abrir, por favor, no. Todo esto lo dije furiosa. No se va.
Vuelvo a llamar a la patrulla que no llegó para que llegue. Llega la patrulla y entran, lo "invitan con todo respeto" a salir del edificio. Pasa mucho tiempo, el sigue pidiendo que abra la puerta, que sólo quiere pasar al baño hasta que por fin una hora después sale del edificio. El oficial me dice que si quiero demandarlo tengo que ir con él. No, no quiero, sólo quiero que se quede afuera. Se va la patrulla.
En el momento en el que sale un coche del edificio se vuelve a meter. Y otra vez esta en mi puerta, diciendo la misma frase, como si nunca la hubiera dicho antes, como si mereciera ser escuchado, como si lo que dijera fuera a cambiar algo, como si tuviera que decirlo justo en ese momento, como si fuera inteligente o al menos sentido lo que dice, como si fuera necesario. No viendo otra opción, llame al Sr. Morsa (maravilloso marido de la Leona Dormida, un verdadero padre para mi) pidiendo ayuda. Durante el tiempo que tardó en llegar, los señores pasteleros hablaban tranquilamente con él, "invitándolo" a salir, diciéndole que yo no lo quería ahí, que tal vez ellos nadámas sabían hacer pasteles pero que también eran hombres y sabían que así no se podía arreglar nada. Llegó el Sr. Morsa y también habló con él, con su sutilísimo tacto le dijo: "Mira que ella ya esta histérica y no te soporta, ya vete, hablas con ella cuando no estes tan borracho porque así no te va a abrir..." entre otras cosas. Y no se va. El Sr. Morsa volvió a llamar a la patrulla. El mismo policía volvió a hablar con él y a invitarlo a salir. Y lo sacaron, sin antes decirme, que no podía estar llamando al Servicio de Emergencia y luego no demandar. Esta vez ya no pudo volver a entrar, porque los señores pasteleros y el Sr. Morsa ya no lo dejaban y la patrulla ya no se iba.
El Joven se fue.
Ha llamado por teléfono todo el día. Le contesté una vez, para decirle que cualquier cosa que sienta necesario decir la diga por carta, que ya no hay trato de ningún tipo, que me perdone si le he hecho daño y porque no lo voy a volver a ver nunca, ni hablar con él nunca.
Mientras el Joven balbuceaba a través de la puerta, la verdad es que yo lloraba solo de pensar que justamente con el Joven he tenido la mejor relación de mi vida, esta es la mejor que ha habido y esto me hacia llorar de rabia y de claridad.
Hoy ya no tengo remordimientos, no era la crisis de una situación difícil para él, era él y punto. El fue la razón del nacimiento de este obscurísimo blog, él fue quien puso patas arriba mi vida y por el cual me ha costado tanto volver a encontrar sentido de todo a mi alrededor. Porque no podía con él, porque me irritaba su presencia, porque no lo podía ayudar, porque dolía demasiado estar con él; todo esto me hacia sentir culpa y rabia por esa culpa al mismo tiempo.
Ya no hay mas. Y hoy para variar un poco puedo decir mas tranquila con toda honestidad: NO SOY YO, ERES TU.
Me siento limpia.
23/6/07
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2 comentarios:
Es dura la combinación: alcohol, celos, remordimiento, rencor...
Es bueno saberse impoluto, inocente, sin cargo de conciencia; pero, al final de los tiempos, desde este otro lado... da envidia no poder realizar la versión 2.1.
exenio,
Pues mira, más que nada, es darte cuenta de que todos esos espectáculos no son por un "amor insuperable", no. Son puro egoísmo; y ahí si, ya no juego.
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