El hogar me da la ilusión de tiempo, si no fuera porque el hogar mismo es una ilusión para mí. Hay pocas cosas que haya deseado más que mi propio espacio, desde siempre, porque no me siento bienvenida por lo general. Sé que nadie me corre, que nadie me odia; pero no me siento bienvenida. Si el hogar es el lugar que te da lo que necesitas, lo descubrió el hombre sedentario al ver que un mismo lugar podía proveer, que no era necesario seguir buscando; ya estaba ahí, y el tiempo dejaba de ser las diferentes coordenadas que ocupa un punto en una trayectoria, ocupaba las mismas coordenadas, el mismo punto, mientras el plano cartesiano variaba y proveía. Y el tiempo se volvió raro, como si no pasara, como si no constara de etapas, porque era lo mismo y diferente pero igual. Nosotros empezamos a marcar la vida, en el mismo lugar, con etapas biológicas y años y demás, pero todo resulta ser igual. Aunque pienso cosas diferentes, mi forma de pensar no dista mucho de mis recuerdos más lejanos, y aparte, en mi cabeza están cerquísima y hasta se sienten igual.
Mi hermano lo fue a buscar al otro lado del mundo, porque este que teníamos nos repelió a ambos. Yo no encuentro el mío, a veces parece, pero no lo encuentro. Al dolor de la tierra le llaman nostalgia, el dolor del regreso (una enfermedad, tal cual, una dolencia), lo que fue; mi dolor de tierra tiene que ver con que no encuentro lo que no conozco, y quizá por eso, no reconozco. Como mi camisa, sin ojales ni botones, pero trae, en la etiqueta interior, un botón extra... como por si ¿se me cae cuál? No tengo ojal para abotonar la nostalgia que traigo de repuesto. Lo que es más: cuando quieres algo tanto te aferras a cualquier cosa que se le parece, pero lo cierto es que sólo se requiere, creo, tantita agudeza visual, porque el hogar empieza en los ojos de algunas personas. Los ojos de mi mamá son hogar, no su casa; los de mi papá son culpa, no son hogar; los de khaled son un espejo, pero también son hogar, los de la loca, los de fernando, también lo son. El problema es la noción de que no hay tal lugar, que me llega de música de fondo. Tienes razón, tengo poca fe, si no es que nula, porque me cuesta callar la música de fondo y seguir buscando o bien, querer seguir buscando. La música de fondo toca del tiempo en el que ya no habrá tacto, en el que la única costumbre de la piel sea el éter, hasta que tu alma se acostumbre también.
23/11/09
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1 comentario:
Tienes un corazón grande Leslita, allí está ese hogar. "Quien quiera ver el infinito que cierre los ojos" (Milán Kundera). Un abrazo.
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