24/3/07

mi hoja en blanco


Recuperemos pues, este asunto.

Es un momento un tanto extraño, un tanto emocionante también. Pienso que desde hace tiempo estuve buscando la manera de revelarme, de marcar mis próximas tres décadas cumplidas con un cambio radical. Un corte de pelo no iba a bastar. Entonces termine con todo lo que ya conocía (me gustara poco, mucho o nada) para ahora enfrentarme al terror de la hoja en blanco que ahora son mis días. El terror se ha ido transformando en fascinacion por la hoja en blanco y casi me parece de repente verla como se dibuja sola, a base de sombras, como un grabado ciego. Siempre tomo decisiones, me gusta tomar decisiones y sus correspondientes responsabilidades; pero en este momento me encuentro feliz de ver como mi propia presencia toma esas decisiones en mi vacío general sin que yo decida nada por completo. Se puede deducir cierta suavidad en esta manera de entrar a una nueva etapa. Mis días ya no tienen colores primarios (tajantes, duros y elementales) sino simplemente sombras sobre luz blanca, a veces sombras de arboles (un tanto verdosas) otras mas bien rosas y naranjas (como de atardecer) y lo que mas me gusta es que ninguno de esos colores esta para quedarse. Todos tienen esta cualidad perecedera que a fuerza de segundos contados transmiten la curiosidad y la emoción de lo que tendrá que terminar justo antes de ser disecado, explorado y entendido.

Estoy contenta ahorita sin mi llave, viendo como se dibuja y desdibuja cada vez mas; estoy segura que un día de estos me sera regresada, pero nunca tan bella.


LA LLAVE

Pierdo la llave, el sombrero, la cabeza! La llave es la del almacén de Raúl, en Temuco. Estaba afuera, inmensa, perdida, indicando a los indios el almacén "La Llave". Cuando me vine al norte se la pedí a Raúl, se la arranque, se la robe entre borrasca y ventolera. Me la lleve a caballo hacia Loncoche. Desde ahí la llave, como una novia blanca, me acompaño en tren nocturno. Me he dado cuenta de que cuanto extravío en la casa se lo ha llevado el mar. El mar se cuela de noche por agujeros de cerraduras, por debajo y por encima de puertas y ventanas.

Como de noche, en la obscuridad, el mar es amarillo, yo sospeche sin comprobar su secreta invasión. Encontraba en el paragüero, o en las dulces orejas de María Celeste gotas de mar metálico, átomos de su mascara de oro. Porque el mar es seco de noche. Guardo su dimensión, su poderío, su oleaje, pero se transformo en una gran copa de aire sonoro, en un volumen inasible que se despojo de sus aguas. Por eso entra en mi casa, a saber que tengo y cuanto tengo. Entra de noche, antes del alba: todo queda en la casa quieto y salobre, los platos, los cuchillos, las cosas restregadas por su salvaje contacto no perdieron nada, pero se asustaron cuando el mar entro con todos sus ojos de gato amarillo.

Así perdí la llave, el sombrero, la cabeza.

Se los llevo el océano en su vaivén. Una nueva mañana las encuentro. Porque me las devuelve una ola mensajera que deposita cosas perdidas a mi puerta.

Así, por arte de mar la mañana me ha devuelto la llave blanca de mi casa, mi sombrero enarenado, mi cabeza de naufrago.

2 comentarios:

Exenio dijo...

El blanco cobra un significado diferente cuando de pureza se trata; si se considera de otro modo, los lienzos quedarían corrompidos (desvirginados, pues), cuando el artista plasma en ellos el fálico pincel coloreado, enchumbado, de esos fluidos que marcan para siempre la vida pura de la hoja blanca.

Por otro lado, considera a esos colores la germinación de la obra que fue creada con ellos... no es tan malo, no?

Sí, la llave puede abrir la cerradura para la que fue creada; no obstante, la duda será la de llegar a conocer si en el principio se pensó en no pervertir la paz, la integridad, la decencia, atajando toda esa blancura con la barrera que representa, ni más ni menos que una prisión.

Si, la llave sirve, después de todo, para impedir que nadie más que su poseedor se entrometa en esa blanca pureza.

leslie dijo...

Exenio,
Pues bueno, ¿qué te digo?, la verdad es que si, hace mucho tiempo había cerrado la puerta; perdí la llave, el sombrero y la cabeza! Creo que precisamente por eso nació este blog, por un afán de romper la muralla en la que un día, sin saber bien cómo, me ví encerrada.
Es lindo saber que pese a todos mis esfuerzos por seguir encerrada, los mensajes han llegado.
un abrazo grande.